Hesíodo, en su obra Trabajos y días, detalla “el mito de las edades” según el cual los hombres, desde su creación, atraviesan tiempos, etapas estrechamente relacionadas con un elemento procedente de la naturaleza. La elección de estos elementos está motivada por el hecho de formar parte de la vida cotidiana de la comunidad, pero los materiales y las razas de hombres avanzan en un mismo sentido: la degeneración. El oro, mineral que define la primera raza, es el material más noble. Los inmortales, que habitan mansiones olímpicas, crearon una dorada estirpe de hombres mortales. Eran los tiempos del reinado en el cielo de Cronos. Los hombres vivían como dioses, con el corazón libre de preocupaciones, sin fatiga ni miseria; y no se cernía sobre ellos la vejez despreciable, sino que, siempre con igual vitalidad en piernas y brazos, se recreaban con fiestas, ajenos a todo tipo de males. Morían como sumidos en un sueño; poseían toda clase de alegrías, y el campo fértil producía espontáneamente abundantes y excelentes frutos. Ellos contentos y tranquilos alternaban sus faenas con numerosos deleites. Eran ricos en rebaños y entrañables a los dioses bienaventurados. El hombre de la raza áurea lo tiene todo y todo lo consigue sin esfuerzo. Al no tener necesidad de trabajar, no está preparado para ello. Además, al no dar valor a las cosas, no se siente agradecido a sus creadores. Esta primera imagen de Cronos está asociada a la abundancia, a la igualdad, al regocijo. A continuación viene la segunda raza, los hombres de plata, luego los de bronce y por último la generación del hierro, los más imperfectos.
Por otro lado, en el mito de Cronos, todo comienza con la unión entre la Tierra, Gea y su hijo Urano, el Cielo estrellado. Según Waldo Ross (1970) aquí aparecen explícitas las tendencias primordiales al impulso incestuoso. La libido, induce a Urano a reintegrarse en el seno de la madre para posibilitar así un nuevo nacimiento del hombre, o sea, para rejuvenecerlo. El impulso incestuoso empuja al hombre hacia la Madre Cósmica, demuestra una experiencia milenaria en donde el hombre ha tratado de rejuvenecerse con la energía de la vida universal. Sólo allí, en el seno de la Madre Cósmica, es posible rejuvenecerse, identificarse con una "pre-estructura vital" ó pre-maternidad elemental, que existe antes del tiempo dividido y fragmentado que conocemos en este mundo. En la Madre Cósmica, la vida controla al tiempo y no a la inversa.
El padre Urano se complacía ocultando a los hijos en el seno de la madre y no dejándolos ver la luz, eran simplemente esclavos. Deseando terminar con el acoplamiento interminable que previene las futuras generaciones, Gea exhorta a sus hijos a penalizar a su padre y Cronos el más joven de los Titanes, accede al pedido y con una hoz corta los genitales de su padre con su mano izquierda (desde entonces la siniestra) y los arroja al mar cerca del Cabo Drépano (hoy Trapani, en Sicilia).
La mutilación de Urano a manos de Crono.
Giorgio Vasari y Gherardi Christofano (Palazzo Vecchio, Florencia).
Giorgio Vasari y Gherardi Christofano (Palazzo Vecchio, Florencia).
Esta acción permite la liberación de sus hermanos, pudiendo concebirse a Cronos como un ser liberador ya que permite que se abra un espacio entre la tierra y el cielo en el cual los seres podrán vivir, desarrollarse y a su vez engendrar a otros. Se pone en marcha una fase fundamental para el nacimiento del cosmos, nace el tiempo del devenir. Antes de esta castración, no había posibilidad de generaciones, el tiempo estaba encerrado en sí mismo.
A diferencia de la teoría psicoanalítica de Freud según la cual es el padre (con la complicidad de la madre) quien rompe la férrea unión madre-hijo, originando la castración simbólica del niño, aquí es el hijo, quien a través de la castración, mata simbólicamente al padre impidiéndole la función procreadora. Gea construyó el primer elemento tecnológico, una hoz, pero de la sangre derramada sobre la tierra, nacieron las Erinias que perseguirán los delitos de familia. Del esperma de Urano derramado durante la castración, al mezclarse con la espuma del mar, nace Afrodita.
Esta separación del cielo de la tierra, deja que la creación tome su rumbo, que el devenir ocurra. Esta mutilación liberadora y sacrílega establece súbitamente el amplio reino de la violencia y marca el nacimiento del amor, Afrodita. Los hijos son liberados y comienza la fase de la maternidad pura. La maternidad es contemporánea con el tiempo. Significa que la maternidad no tiene límite y que sus productos (hijos) emergen como en un desborde irrefrenable.
Cronos, desposa a su hermana Rea, y por temor a ser destronado, se devora incansablemente a todos sus hijos. “Si la tierra está limitada, significa una mujer, si no tiene límites, el mundo entero”, dice Ibn Siri, famoso intérprete de sueños del mundo árabe. Su tesis podría dar luz al nacimiento de los estados imperiales. La madre es dadora de vida y por ende portadora de riquezas pero sus posesiones deben estar limitadas por leyes para que los límites no dejen de existir.
Para que esa maternidad sea controlada y haya armonía en la creación es necesario que aparezca el momento de la maternidad estructurada. Se simboliza con la aparición de Zeus. Es decir, esta tercera fase de la maternidad es un proceso posterior al tiempo, simbólico y que se repite según los ritmos de aquél. Recién cuando Zeus, logra liberar a sus hermanos y tíos, se instala un nuevo orden basado en la donación y la autoridad, es el elegido por sus pares para ser el dios supremo del Olimpo. Se instala una nueva forma de mando y surgen hijos que serán dioses que los hombres deberán honrar: la prudencia, personificada en Atenea, la justicia, la paz, las ciencias y las artes, la música y la poesía. Tal es el nuevo orden que alterará Layo cuando inaugura el amor entre hombres que impide la donación de hijos a la sociedad o grupo de familias organizadas.
Según Joel Flores (1995) hay cuestiones que pueden relacionarse entre el mito de Edipo y el de Cronos, ya que hay elementos comunes entre ambos: parricidio, castración e incesto. Edipo es el hijo de Layo, quien es el autor del rapto de Crisipo, inaugurando según la opinión de algunos autores, el amor homosexual y originando consigo una maldición y castigo por parte de la diosa Hera. Según Joel Flores, R “el amor homosexual constituye la negación de la paternidad al igual que el parricidio y la castración representan la muerte del padre, la cual se sintetiza en la destrucción del orden social y natural legado por Zeus”. Se me ocurre pensar si será función y deber de todos los integrantes de la comunidad, donar hijos útiles para la cohesión de la organización del Estado. ¿No bastará con que lo hagan algunos?
De todas maneras, el pueblo de Tebas no castiga la acción de Layo, será la diosa consorte, encargada de garantizar la organización social y la reproducción, quien tendrá la misión de castigar a su descendencia.
A modo de resumen: Edipo fue abandonado por sus padres Layo y Yocasta al nacer por temor al cumplimiento de una profecía que decía que mataría a su padre. Un pastor lo recogió y se lo entregó a los reyes de Corinto. En una ocasión que Edipo consulta al oráculo de Delfos sobre su origen, nuevamente se habla de que matará a su padre y cometerá incesto con su madre. Para evitar la profecía, Edipo huye del reino de Corinto y en un cruce de caminos, luego de una riña, termina por matar a su verdadero padre Layo. Sin saber a quién ha asesinado, entra al reino de Tebas luego de responder el enigma de la Esfinge. Es recibido con honores y se le entrega como premio de haber hecho desaparecer a la Esfinge, la reina viuda: Yocasta. El asesinato del rey no es aclarado en un comienzo pero como castigo de los crímenes cometidos por el nuevo rey, parricidio e incesto, la ciudad es asolada por una terrible peste que provoca la muerte de todo lo viviente, hombres y animales que mueren sin dejar descendencia. Al ser consultado el oráculo de Delfos sobre el origen de tanta desgracia la respuesta fue que era necesario el destierro del asesino de Layo. Luego de varios interrogatorios, la verdad sale a la luz terminando con el suicidio de Yocasta y la partida de Edipo quien se ha quitado los ojos.
Parricidio e incesto, muerte y esterilidad, fue el precio a pagar por haberse alterado el orden establecido. La prohibición del incesto es quizás la única ley universal social que aparecen todas las civilizaciones, sociedades y culturas. Antes de dicha prohibición, el hombre vivía como un animal salvaje gregario donde era imposible aislar células familiares. Su prohibición implica una cambio drástico porque permite la instalación de un nuevo orden donde la familia y su colectivo: la sociedad, fijan leyes que si son aceptadas conducen al nacimiento de la autoridad. Familias dadoras de hijos y Estado organizado, tienen origen casi simultáneamente. Las familias donan sus hijos a la sociedad, hijos libres y educados.
En el incesto, el vínculo está basado en el autoritarismo, en la voluntad del más fuerte, no hay donación de vida porque ésta le pertenece a los padres y el objetivo de la relación es la mera satisfacción personal de sus deseos e intereses. No hay donación, hay apropiación, basamento del poder en desmedro de la autoridad.
Cronos es quien castrando a su padre, libera a esos hijos esclavos, pero se hace acreedor del vaticinio de ser destronado por uno de sus hijos (el terror a los hijos está presente en Urano, en Layo y en Cronos). Y tratando de escapar a los designios divinos todos cometen una serie de acciones que sólo contribuyen a generar el odio necesario para ser efectivamente destronados y que el destino se cumpla irremediablemente. Zeus destronará a Cronos y liberará a sus hermanos y a sus tíos. La comunidad liberada le pide que sea su rey y comenzará su reinado basado en la donación y la autoridad y no en el poder y la apropiación. Tiene numerosos hijos, algunos de ellos personifican la paz, la prudencia, la buena ley, las ciencias y las artes, la música, la poesía. Serán los dioses que deberán honrar los mortales y conformarán el nuevo orden natural y social, orden social que es alterado por Layo cuando descubre el amor homosexual que nuevamente es una forma de castración del padre y por ende impedimento de donar hijos a la comunidad. El acto de Layo inaugura un nuevo tipo de Estado, el imperial basado en el poder y la dominación. Por eso Hera, castiga al pueblo tebano indiferente a la acción de su rey.
Miriam Valdés Guía relata las fiestas en honor a Cronos (el dios de la reversión, restitución, restablecimiento), las Kronias y aporta interesantes conceptos. El elemento más característico de estas fiestas es que sus protagonistas eran los esclavos quienes eran servidos por unas horas por sus amos. Cronos liberó a los esclavos (sus hermanos) y por lo tanto es la principal figura que ellos adoran. Durante la fiesta hay una reversión del orden establecido pero al igual que en el mito, esta subversión es acotada, limitada por el tiempo mismo. Cronos por temor a ser destronado, se come a sus hijos y los esclavos luego de unas horas de festín volverán a ser los sirvientes de sus amos. Nuevamente la liberación será temporal. El desafío sería pensar si podemos alterar algunos órdenes establecidos pero en forma definitiva.
Cronos se identifica al mismo tiempo, de forma aparentemente contradictoria, pero, sin embargo, coherente con la estructura y características del mito y de los ritos de reversión asociados a él, con la abundancia, la opulencia y la felicidad, la igualdad, los sacrificios incruentos, los aspectos pacíficos y alegres, pero, al mismo tiempo, con el sacrificio humano y el canibalismo, el asesinato y la mancha que se deriva del mismo, el caos y la rebelión. En Atenas, la fiesta, se celebrada en el mes Hecatombeón, primer mes del año, llamado con anterioridad Kronion, y estaba situada entre la fiesta de las Esciras (en Esciroforión, último mes del año, momento de celebración de Zeus Eleutherios) y la de vuelta al orden, las Panateneas. Era una festividad que adoptaba un tono alegre y festivo, donde se realizaba un banquete en el que participaban los esclavos que eran servidos durante unas horas por sus amos. Fue muy popular en las épocas del tirano Pisístrato por lo que la imagen de la tiranía como una vuelta a la edad de la abundancia y de la paz pudo comenzar a forjarse, quizás de forma intencionada. De hecho, un indicio de esta posiblemente buscada similitud del tirano con el rey Cronos, puede encontrarse en las construcciones que Pisístrato realizó en el templo de Zeus Olímpios junto al Iliso, que albergaba en su interior un santuario de Cronos y de Rea, su esposa (además de Gea) a la que también se veneraba en las Kronias. El hecho de que Pisístrato destacara este culto y tal vez la fiesta, así como la figura misma del rey mítico, tal vez subrayando sus aspectos pacíficos, alegres, rurales y vinculados con la abundancia, podría ponerse en relación con el carácter del tirano como líder del demos, que en esos momentos, estaba estrenando en muchos casos una recién conquistada libertad y ciudadanía. Las medidas de Solón, sin embargo no los había eximido todavía del dominio y de la presión de los nobles locales y de su patronazgo en el campo, ni tampoco de la posibilidad de caer, de nuevo, en situaciones de dependencia rayanas con la esclavitud.
Cronos, se hace popular en el momento de la tiranía que trata de proteger y/o atraerse a los campesinos recientemente liberados de su dependencia y esclavitud. De este modo, las Kronias, fiestas de reversión en las que se enfatizan, en Atenas, los aspectos positivos, no se ligan con ninguna rebelión de esclavos en la ciudad, pero sí con una etapa histórica en la que se promociona, desde la tiranía, al demos recientemente liberado.
Finalmente, Malena Segura Contrera, expone su tesis sobre el accionar de Urano y Cronos comenzando con el cielo, quien no dejaba ver la luz a sus hijos porque parecía pensar que ellos mostraban una naturaleza corporal terrestre demasiado limitadora; su padre quería hijos perfectos, idealmente incorpóreos. Esa frustración por la no coincidencia entre lo deseado y lo alcanzado, entre el ideal imaginario y la realidad materializada, lo lleva a gozar con su no existencia, prefiere ocultarlos. Como se puede ver, nuestra dificultad humana con los límites ya nos viene atormentando desde hace mucho tiempo, apareciendo claramente en los textos míticos arcaicos y todavía hoy persiguiéndonos a través de esos contenidos que se perpetúan en nuestro imaginario cultural. Cronos es popularmente descripto como maléfico, exactamente porque representa nuestra dificultad para tratar los espacios fronterizos de la cultura, sean ellos factuales o simbólicos, y generalmente lo vemos con temor, a pesar de haber sido él, el viabilizador de la concretización material de la vida: el responsable mítico por la sobrevivencia de los seres-frutos de la unión entre la Tierra y el Cielo.
Cronos es, de alguna manera, el guardián del portal temporal que nos cabe atravesar a cada nuevo día, a cada nueva semana, a cada nuevo fin de ciclo. Él pone en juego nuestras angustias frente a los rituales de pasaje, nuestra neurosis hipercompleja que a cada nueva crisis precisa reorganizarse para sobrevivir, deja claro la crisis de nuestro modelo cultural, cuanto a la noción de tiempo y su incapacidad de tratar con el síndrome de los fines, con la escatología básica del hombre-humano, del ego que en su hybris se quiere inmortal.
Es en las zonas fronterizas que encontramos el mayor grado de incerteza la cual termina por generar una angustia que afecta la estabilidad del sistema. Por eso, cabe a la cultura proponer respuestas a esa angustia humana básica, apaciguándola, ocupando esos espacios fronterizos.
Al castrar al padre cielo y tierra se separan y entre ellos comienzan a aparecer todas las cosas de este mundo, incluidos nosotros, mortales. Se da lugar al orden cósmico. Génesis.
Amanda Nuñez García, relata que Cronos, para conservar su reinado, ya que le habían augurado que uno de sus hijos se sublevaría contra él, devoraba toda su descendencia. Cronos es un dios que necesita engullir y matar a todo lo otro para que permanezca su poder. El dios que mata para conservar su eternidad. Dios de la muerte de todo lo finito para ser él, infinito, el eterno nacer y perecer; y Aión: el eterno estar y retornar, lo que hay entre nacer y morir. Entre nada y nada. Lo pleno.
Cronos: La duración. El espacio de tiempo que hay entre la vida y la muerte; y Aión: el tiempo pleno de la vida sin muerte.
Cronos: El presente con su pasado y su futuro.
Cronos: El tiempo del movimiento, del trabajo, de lo que Aristóteles llama las acciones imperfectas que tienen su fin desgarrado fuera de ellas: adelgazar, construir una casa. Estas acciones se caracterizan por ser inservibles cuando se llega a la meta requerida. Cuando se llega, muere el movimiento porque no valía por sí mismo: al acabar la casa, no se sigue construyendo, al adelgazar, no se sigue adelgazando. Aión, por el contrario, como el éxtasis que sobrevuela los movimientos. Como acción perfecta que tiene el fin en sí mismo: veo y continúo viendo, amo y continúo amando. Acción sin muerte aunque todos muramos, porque el amor y el ver no dependen de nosotros, sino más bien nosotros de ellos. Cronos: el tiempo del reloj, del antes y el después. Aión, el tiempo del placer y del deseo donde el reloj desaparece. Representa el tiempo de la vida, el tiempo cíclico que nos muestra que aunque exista la muerte, siempre habrá otra vida, no se mueve en línea recta como Cronos sino en círculos.
Kairós. Demonio fugaz que aparece como inspiración y nos lleva a otra dimensión.
Momento oportuno, se le llama a este kairós. Ocasión. En griego se utiliza en atletismo, el punto justo donde un atleta tiene que entrar para ganar. En surf el momento en el que se coge la ola, el pliegue, antes no se puede y después tampoco o caerás, sólo se puede permanecer en equilibrio en algo tan inestable y peligroso como una ola si uno se introduce en el momento oportuno. Kairós. También en medicina: momento más apropiado para intervenir. Y en retórica: tema y estilo, lo invisible que hace que todo lo demás se articule con gracia, pero que si no se alcanza hace que todo sea un desastre.
El kairós, el instante.
CONCLUSION.
Cronos nos demuestra que por más aterradora que parezca la realidad imperante, siempre es posible su reversión. Aunque a veces pareciera que el orden establecido es inalterable, Cronos nos invita a la acción revolucionaria. Pero el gran desafío es quizás animarse a pensar en una liberación menos temporal, más permanente y sin necesidad de pagar un costo tan elevado como él pagó al devorarse a sus hijos. Los logros deben incorporar el devenir de un tiempo menos acotado.
Para ello, las sociedades deberían esforzarse por tener menos dogmas, límites más elásticos y mecanismos que permitan contener situaciones y realidades diferentes, sin necesidad de arrojarlas a zonas delimitadas como fronterizas, producto de feroz terror que le producen. Incorporar las diferencias, nos permitirá vivir menos angustiados, menos preocupados por diferenciarnos y más felices con nosotros mismos.
Autora: Laura Draghi
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
Collares Barbosa, Gabriel. 2000.“Tempo, tecnolofia de informacao e formas de controle”. Lumina- Facom UFJF Vol 3 N|2 p:153-162
Hesíodo, Trabajos y días, 106- 201. Traducción de Aurelio Pérez Jiménez, Hesíodo, Obras. Biblioteca Básica Gredos, Barcelona, 2000, 70-74.
Joel Flores, R. 1995. “Edipo; mito fundacional de los estados imperiales”. Política y cultura. M| 4. Universidad Autonómica Metropolitana. Xochimilco. Distrito Federal, México.
Nuñez García, Amanda. Marzo de 2010. Los pliegues del tiempo; Kronos, Aión y Kairós Año IX. Número doble: 12 y 13. Sevilla. Tinta china. Revista de Literatura..
Ross, Waldo. 1970 “Alejo Carpentier o sobre la metamorfosis del tiempo”. Actas del Tercer Congreso Internacional de Hispanistas, pp: 753-764.
Segura Contrera, Malena. 1996. “El mito en los medios de comunicación Cronos. El guardián del portal temporal”. Congreso Español de Semiótica.
Valdés Guía, Miriam. 2004. “La constitución dela religión cívica en Atenas arcaica”. Ilu Revista de Ciencias de las Religiones, v. 9 p: 281-348.
1 comentario:
Enhorabuena por su blog. Encuentro temas que me interesan mucho.
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